Alexandre Dumas
Algún momento, en la vida de cualquier persona que sea gustosa de aquel bello arte, de ese tipo de literatura, el cual deja un sabor de boca, agridulce ( en un buen sentido claro).
Agrio, por el simple hecho de adentrarse a una atmósfera totalmente fuera de su control, pero de la cual forma indudablemente parte y que al momento de dejarse llevar por el trama.
Te hace cómplice del “terremoto” de emociones, sensaciones y percepciones que la misma produce, gracias a la maquiavelica intuición del autor , el cual exitosamente cumple su función, al momento que tú lector:
Te tomas el tiempo, no de solo adquirir su obra, si no de querer comprenderla.
Dulce porque a comparación de ese sabor, al probarlo produce excitación, euforia, una lluvia de emociones, alegría, duda, incluso un tipo de indiferencia, que hará que ames u odies ese “sabor”.
Ya lo dijo Friedrich Nietzsche: “¿cómo puede nacer una cosa de su contraria?”
La filosofía metafísica desmiente esto e incluso se puede considerar como una exageración, una falta de raciocinio.
Simplemente al momento de que se procede la felicidad, euforia, la alegría, la algarabía, se aproximara su mas próximo contraste, aquella agridulce sensación.
… se encontrará, en esta historia un nicho de sensaciones homogéneas, donde el protagonista, el cual es un doctor, desdichado en algún modo, a la luz de la luna, la cual proyecta hacia el rostro de sus acompañantes en aquel tétrico lugar; cuenta su mayor desgracia, contrastada con la mayor experiencia que cualquier hombre haya tenido: Enamorarse
Este relato esta constituido por la tristeza, la excitación, nostalgia, lujuria, rebeldía, una marcada linea entre la vida y la muerte, el amor, el cual es el causante de esto y el máximo representante de estas emociones descrita en el libro, llamado Satán.
Un gran relato de terror, amor y fantasia para cualquiera.
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